Hace unos días, en la versión impresa del periódico
International Herald Tribune del 4 de enero de 2010, leí el artículo
For the blind, digital misgivings (Para los ciegos, dudas o recelos digitales). Lo he buscado en Internet y he encontrado una versión previa que salió publicada en la revista
The Times Magazine con el título
With New Technologies, Do Blind People Lose More Than They Gain?
Este artículo me ha sorprendido porque cuestiona el uso del
Braille, el sistema de lectura y escritura pensado para personas ciegas (el Braille no es un idioma, es un alfabeto). Este sistema fue inventado por el francés Louis Braille en 1825 y supuso toda una revolución, ya que permitió la alfabetización y el acceso a la cultura de las personas ciegas, que hasta entonces se tenían que conformar con la transmisión oral del conocimiento.
Sin embargo, en la actualidad hay muchas personas ciegas que creen que el Braille es un sistema arcaico que debe ser abandonado en favor del empleo de las nuevas tecnologías que permiten acceder a la cultura y el conocimiento sin tener que saber leer. ¿Cómo es esto?
En el artículo nos presentan varios ejemplos de personas ciegas que no utilizan el Braille. Por ejemplo, una directora de una empresa de inversión de Wall Street, llama todas las mañanas a un servicio telefónico que emplea un sintetizador de voz que le lee el periódico The Wall Street Journal a una velocidad de 300 palabras por minuto, casi ¡¡el doble!! de la velocidad normal de una conversación. Además, también emplea su ordenador con un sistema
text-to-speech (texto a voz) para leer The Economist mientras que un ayudante le lee The Financial Times (es capaz de escuchar los dos periódicos a la vez). Esta persona cree que el Braille le hubiera aislado de las personas que pueden ver y cree que el Braille debería ser abolido.
Una razón importante para abandonar el Braille es lo poco práctico y costoso que supone. Los libros en Braille son muy caros y voluminosos. Por ejemplo, un único libro de texto puede costar $1.000. La colección entera de Harry Potter impresa en Braille ocupa 56 volúmenes de 30 centímetros de alto cada uno.
En los últimos años, muchas personas ciegas han dejado de aprender Braille. Según un informe de la organización
National Federation of the Blind, en la actualidad menos del 10% de los 1,3 millones de norteamericanos legalmente ciegos saben leer Braille, mientras que en la década de 1950, la mitad de los niños ciegos aprendían Braille.
Sin embargo, los defensores del Braille creen que las nuevas tecnologías como las
líneas braille conectadas a un ordenador revivirán el empleo del Braille y piensan que el abandono del Braille no es progreso, sino retroceso. Además, para muchos ciegos, el Braille es un signo de identidad, un signo de independencia.
Por último, en el artículo me ha sorprendido leer que existe una máquina de lectura de bolsillo que saca fotografías del texto (por ejemplo, un periódico) y lo lee en voz alta.